martes, 26 de abril de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: (XLVIII) LAS HERMANAS








LOLA Y SUS ENREDOS: (XLVIII) LAS HERMANAS

Era una de esas mañanas que visten la vida de gala. Una de esas mañanas que brillan con el mismo esplendor del alma. El sol irradiaba una luz clara, más no enceguecía ni sofocaba. Todo tenía su justo color, abigarrando el panorama. El trinar de las aves y las exquisitas fragancias del campo y de la montaña, todo, absolutamente todo… se colaba por la ventana. Cuando Lola despertó tenía a Antonio y a sus siete hijos, todos, montados sobre la cama. Quietitos le sobaban la panza, mientras Antonio los veía, muy feliz, admirando la gracia. Lola volvió a cerrar los ojos para disfrutar, a plenitud, de aquella bendición que Dios le daba. Aquella escena de gozo, propia de los dioses griegos, fue interrumpida por las hermanas.
- Vaya, si parecen Cleopatra y Marco Antonio, mejor no pueden estar… ni que les de la gana! –exclamó Márgara, medio en reclamo, medio en guasa. Ana Isabel se reía y a sus sobrinos abrazaba, mientras la bendición les echaba.- Doña Blancaaaaa, Doña Maríaaaa… venga a hacerse cargo de los niños! –les gritaba Márgara a las nanas. Al escuchar esto, todos los niños salieron corriendo de la habitación, con gran alboroto y risas, escondiéndose de sus cuidadoras.
- Vamos, párate zángano, mis padres y tus hermanos están listos y esperándolos! –Márgara halaba por los brazos a su cuñado, levantándolo de la cama y empujándolo hacia el baño. Antonio ponía resistencia muerto de la risa, solo para fastidiarla –Y tú, es hora de que te empieces a arreglar… o es que no quieres ir? –le preguntó a Lola. Ella, agarrándose el vientre, se echó hacia atrás, sentándose en la cama. Sonrió e hizo señas con las manos, indicándoles a las hermanas que sentaran a su lado, cada una por un lado de la cama.
- Hoy es un día muy especial para mí. Como hermana mayor las he visto crecer. Aprovecho la oportunidad para agradecerles, de todo corazón, el amor y cuidado que han prodigado a mis hijos, sin abandonar sus quehaceres ni sus estudios. Hoy tendré el orgullo de verlas recibir sus títulos: agrónomo y veterinario… quién lo diría? –les dijo Lola abrazándolas y besándolas. Ellas se dejaron consentir, por unos segundos. Luego, la levantaron de la cama, de igual manera que hicieron con Antonio.
En dos carros y en caravana, se fueron para Caracas. Al llegar a la ciudad universitaria, quedaron anonadados. Era inmensa y hermosa. Rodeada de jardines y obras de arte. Todo lo miraban con la boca abierta; cuando entraron al Aula Magna, la sensación fue de grandeza: la modernidad y el lujo ubicaba a Caracas como una gran ciudad cosmopolita, como otra cualquiera. Todo se desarrolló en perfecto orden, según el protocolo… fue un acto grandioso! Después de celebrar en la capital, emprendieron el retorno. Lola y Antonio iban con sus padres, mientras que las graduadas iban con sus novios.
- Madre, no te molestes por lo que voy a decir… ni tú tampoco, papá. Debo decirles que últimamente he pensado mucho en Doña Rosaura. No se por qué, a mi también me resulta extraño… pero tengo la sensación de que me llama, de que me necesita. Padres, quiero ir a verla, si eso no les molesta –les dijo Lola con la ansiedad que esas sensaciones le provocaba. Al principio, ellos no dijeron nada. Don Luis extendió su mano derecha hacia su mujer, quien la tomó, apretándola fuertemente. Desde que Doña Rosaura le envió la carta a Don Luis, entre ellos emergió un sentimiento de culpabilidad, cómplices eran. Habían reflexionado, concluyendo lo injusto que con ella fueron. De todo le participaban, más a nada la invitaban; hasta fotos y cartas le habían enviado, solo eso. Conscientes estaban de su mal proceder, pero tarde era para enmendarlo. Se habían protegido del qué dirán… no actuaron, con "ellas", como buenos cristianos. Doña Ana, tragó saliva y sacando fuerzas de donde no las tenía, calmó a su hija.
- Lola, si tu padre está de acuerdo, te prometo que iremos a verla… mañana o en un par de días. Prepararemos postres y comidas, también le llevaremos un gran obsequio… les llevaremos a los niños, para que llenen su casa de luz y alegría- le dijo de manera solemne, de sus palabras convencida. Don Luis no dijo nada, solo asintió con la cabeza. Tenía el llanto atragantado en la garganta y, otra vez, el corazón le dolía. Lola quedó muy extrañada de la respuesta de su madre y del consentimiento de su padre. Esperaba que la regañaran o algún reclamo le hicieran, pero nada de eso pasó. Cuando intentó expresar su sorpresa por la buena actitud de ellos, Antonio la atajó, tapándole la boca. Con la mirada le advirtió que guardara silencio, que no pidiera aclarar nada… que las cosas estaban bien, así como estaban… él sabía el por qué, pero el secreto atesoraba. Lola se quedó quieta, en su marido confiaba; era inteligente y prudente… de él estaba enamorada!

Ana Margarita.-
NOTA: Este capítulo se lo dedico a la Universidad Central de Venezuela, mi casa de estudios… que orgullo!
Reseña histórica:La historia de la UCV se inicia con la fundación del Colegio Santa Rosa de Lima por Antonio González de Acuña en 1673, el cual fue inaugurado el 29 de agosto de 1696 por Diego Baños Sotomayor. El objetivo de este seminario era propagar la religión católica y la lealtad al rey en las colonias de América. Irónicamente, en la capilla del seminario se declaró la Independencia de Venezuela el 5 de julio de 1811, y fue en esa misma institución donde se formaron muchos de los firmantes del acta. Actualmente este recinto sirve de Palacio Municipal de Caracas. En noviembre de 1856 la universidad se independizó definitivamente del seminario de Santa Rosa al mudarse al edificio del antiguo Convento de San Francisco (actual Palacio de las Academias). Por su parte, el seminario continuó existiendo hasta el 21 de septiembre de 1872, fecha en que fue clausurado y expropiado por Antonio Guzmán Blanco.
Durante los próximos cien años, la universidad graduó a importantes protagonistas de la sociedad venezolana y se mantuvo activa casi sin interrupciones excepto por los diez años entre 1912 y 1922, cuando
Juan Vicente Gómez la clausuró para acabar con el movimiento opositor representado por la Asociación General de Estudiantes de Venezuela. Este tipo de actividades con el tiempo se convertirán en características de la Universidad, produciendo episodios de violencia por parte de los estudiantes que servían de termómetro de la popularidad del gobierno de turno. En consecuencia, las clases en la Universidad han sido suspendidas temporalmente numerosas veces y Marcos Pérez Jiménez y Rafael Caldera optaron por intervenirla para calmar a los protestas de los llamados "encapuchados" de la UCV; en su mayoría estudiantes simpatizantes de partidos de izquierda.
Su mudanza se debió a que entre los años 1930 y 1940 la capacidad del
Convento de San Francisco colapsó debido al crecimiento de la población estudiantil, lo cual había obligado a las autoridades universitarias a dispersar las facultades por la ciudad. Por esto, el 2 de octubre de 1943 Isaías Medina Angarita decretó la construcción de otra sede universitaria y se constituyó el Instituto de la Ciudad Universitaria (ICU), organismo adscrito al Ministerio de Obras Públicas encargado de coordinar la construcción. En esta decisión en la que jugó un rol fundamental el entonces Rector Antonio José Castillo, quien insistiera en la necesidad de reunir todas las facultades, escuelas e institutos de la UCV en un solo núcleo.
Originalmente la Ciudad Universitaria estaba en las afueras de Caracas (la ciudad se ha expandido hasta rodearla), en los terrenos de la
Hacienda Ibarra (antigua propiedad de Simón Bolívar), y tardó aproximadamente 20 años en construirse en su totalidad. Sin embargo, el 2 de marzo de 1954, Marcos Pérez Jiménez inauguró la Plaza Cubierta, el Aula Magna y la Biblioteca Central con motivo de la celebración de la X Conferencia Iberoamericana en Caracas.
En su proyecto original, la Ciudad Universitaria estaba formada por 60 edificios distribuidos entre zonas verdes que cubrían unas 203 hectáreas. Actualmente, se encuentran en ella más de 70 edificios, incluyendo el
Jardín Botánico de Caracas y la Biblioteca Central de la UCV (segunda más importante de Venezuela). En los edificios se albergan de 9 de las 11 facultades de la universidad, con la de Ciencias Veterinarias y Agronomía con su sede en Maracay. La Ciudad también alberga una de las colecciones de arte más importantes del mundo, la cual incluye a los edificios como ejemplo del movimiento modernista del siglo XX y murales, mosaicos, vitrales y esculturas de artistas abstracto-geométricos, constructivistas, surrealistas y figurativistas de la talla de Fernand Léger, Victor Vasarely, Jean Arp, Wifredo Lam, Alexander Calder, Baltazar Lobo, Alejandro Otero y Francisco Narváez, Oswaldo Vigas, Víctor Vasarely, Henri Laurens, Pascual Navarro y Mateo Manaure. Casi todas obras en los jardines, techos, paredes y ventanas de los edificios, lo que convierte al campus universitario en un virtual museo al aire libre.
Algunas de estas obras se han convertido en iconos de la universidad, como "Las Nubes" de Alexander Calder en el Aula Magna, el "Pastor de las Nubes" de Hans Arp y en especial el reloj de la universidad, de
Juan Otaola Paván en la plaza del rectorado. Actualmente la Universidad Central se encuentra en la Ciudad Universitaria de Caracas, complejo educativo y arquitectónico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2000. Fue diseñada por el arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva y un variado grupo de artistas modernistas que a decir de la UNESCO constituye un "ejemplo sobresaliente de la realización coherente de los ideales urbanos, arquitectónicos y artísticos de principios del siglo XX."

NOTA: La foto que ilustra este relato fue obtenido de "Imágenes" de Google; . En letras aparece el nombre de ARTELISTA, se presume autor o propietario, a ella los méritos o derechos que correspondan.

4 comentarios:

  1. ¡Qué cosa tan buena!, me has atrapado con este comienzo maravilloso... Mi Caracas querida, mi UUUCV...

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  2. Gracias Iratxe. Caracas, una ciudad que lo tiene todo; y nuestra casa de estudios nos dejó marcadas, un sentido de pertenencia! Un abrazo amiga.

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  3. Muy buen recuerdo!!! Aquellos pasillos del Aula Magna iluminados por el sol, aquellas áreas verdes alrededor y la majestuosidad de la sala, impresionante de verdad. Gracias por transportarnos. Coincido, buen inicio!!!

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  4. Gracias Néstor! Como dice Iratxe... UUU-UCV!!!!

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