martes, 12 de abril de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: (XLI) EL ANUNCIO





LOLA Y SUS ENREDOS: (XLI) EL ANUNCIO








Don Luis y Doña Ana se levantaron temprano, junto con el alba. Estaban asomados a la ventana, ella abrazada a su cálida espalda. Observaban los jardines de su casa. Ayer había llovido y todo era fragancias. La vista era hermosa, calma; por dondequiera se avistaban las trinitarias, gladiolos, lirios y calas; y ni hablar de las margaritas, se encontraban esparcidas por las orillas de las calzadas, tantas, que parecían desbordadas. Dentro de la habitación, todavía las sábanas estaban húmedas, desprendiendo un agradable olor, de él y de ella… tan agradable como el de la tierra mojada.




En los jardines se encontraban los chiquillos, con la usual algarabía: corrían, jugaban, reían y gritaban… recogían bachacos, chicharras e iguanas. Ana Isabel recolectaba flores para los jarrones de la casa; Márgara y Lola estaban con cestas en mano, recolectando frutos: aguacates, limones, guanábanas, guayabas y mangos. En la terraza de la cocina se encontraban Doña Matilde y Doña Isabel, amenamente hablando con el cura Don José, quien sorbía placenteramente su café. Don Luis y Doña Ana se miraron entusiasmados. Todo aquello hermoso que observaban era fruto de un duro y mancomunado esfuerzo, lo habían logrado. Decidieron unirse a ellos, así que se fueron directo al baño. No harían caso a las burlas o sarcásticos comentarios, si ese fuere el caso; estaban felices y nadie lograría arruinarlo.




Antonio ya se había sumado al grupo cuando ellos se incorporaron. Doña Teresa sirvió el desayuno a Don Antonio y a los recién llegados. Ninguno hizo gesto alguno que denotara burla, ni tampoco hicieron algún desagradable comentario: mostraron el debido respeto que los anfitriones se habían ganado.




- Por favor, quiero que me presten toda su atención; Lola y yo queremos anunciarles algo muy importante: Nos casamos el mes entrante! –Antonio dijo esto lleno de gozo, mirando a Lola mientras besaba efusivamente sus manos. Colocó en su dedo un anillo de compromiso: Una Aguamarina, rodeada de siete pequeñas perlas y cuatro brillantes, dos a cada lado del borde del aro, todo en oro blanco. Él, con entusiasmo, explicaba que ese anillo representaba el azul de los ojos de su amada, los siete hijos, los padres y las dos hermanas de ella… su nueva familia, la que amaba, a la que recién ingresaba. Todas las mujeres le agarraban la mano a Lola para admirar la prenda que le obsequiara Antonio, todas maravilladas por la hermosura de la alhaja.




- Ya va, guarden calma, que aún no he terminado… -Antonio se metió la mano en su bolsillo y sacó otro estuche y extrajo de él una hermosa cadena con un dije: otra aguamarina, rodeada de pequeños brillantes y de ella pendiendo una perla.




- Y esta, algo representa? – preguntó la tía Isabel, inmediatamente al verla.




- Claro! Representa a mi amada, soportando el peso de mi “cuatro de ocho"… -los ojos se le llenaron de lágrimas al pronunciar estas palabras. Abrazó fuertemente a Lola, quien le besó con inmensa ternura. Todos guardaron profundo silencio, conmovidos por tan bella escena de amor. La sonrisa afloró en cada rostro; en especial en los de Don Luis y Doña Ana.




- También les anuncio que a la boda asistirán mis hermanos Gabriel y Alejandro, quienes ya están en camino, cruzando el Atlántico! –dijo Antonio lleno de entusiasmo, pues hacía algún tiempo que nos les veía y el hecho, de que ellos viniesen, le llenaba de alegría. Cuando Antonio mencionó a sus hermanos, Márgara y Ana Isabel disimuladamente se miraron y taparon sus bocas, unas sonrisas ocultaron. Don Luis se paró de inmediato y haló de la mano a su mujer, llevándosela consigo a la cocina.




- Doña Teresa, disponga lo necesario… recibiremos en unos días a los hermanos de Don Antonio, celebraremos el compromiso de Lola con una cena! –ordenó de buen agrado Don Luis, abrazando a Doña Ana, quien también estaba muy feliz.




- Qué cree usted Don Luis, que nosotras no escuchamos? –dijo esto Doña Teresa con una amplia sonrisa, volteando a mirar a Doña María y Doña Blanca, quienes también sonreían, sosteniendo tazas de café humeante –antes de que usted lo mandara, ya nosotras lo habíamos previsto, así que… quédese tranquilo, que todo se hará como Dios manda!




Ana Margarita.-


NOTA: La foto que ilustra este relato fue obtenido de "Imágenes" de Google; se desconoce su autor o propietario: a ellos los méritos y derechos que correspondan.

2 comentarios:

  1. El olor ha debido ser de otra cosa.Muy bien escrito ete anuncio de boda. Que romantico el novio. Que romantica la novia.Y la Autora, inspirada!!! Guauuu

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  2. Pienso que el romance es algo perfecto; mantiene el equilibrio y la armonía en la vida, la sostiene permanentemente en un estado de alegría... eso pienso y espero pensar bien! un abrazo.

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