miércoles, 6 de abril de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: (XXXVIII) EL MODERNO PROMETEO



LOLA Y SUS ENREDOS: (XXXVIII) EL MODERNO PROMETEO


Apúrate Antonio, que lo que nos viene encima es candela; ni creas que nos salvaremos del enojo de Márgara, el regaño de papá y las burlas de las tías Matilde e Isabel… es que ya los estoy viendo!


- Lola, qué es esto? Yo no me voy a poner esta vaina… ni loco! –le dijo Antonio alterado.


- Por favor cariño, no me hagas esto… es solo un traje, de Juan o Fernando… bien no recuerdo; es solo por hoy, para salvar la situación, si? – le preguntó Lola con carita de perro extraviado. Antonio se conmovió con la expresión de su amada y, como quiera que estaba muy contento, accedió bajo protesta.


- Esta bien, por ti lo que sea! Si te digo algo y con el perdón de los difuntos, es un traje ridículo y para mí algo pequeño – decía esto mientras manoseaba la tela del traje y lo observaba al derecho y al revés. Lola quedó muy contenta y complacida, hasta que se lo vio puesto. Disimuló la mala impresión que le dio, la chaqueta le quedaba muy corta en los puños y el largo del pantalón le quedaba casi arriba de los tobillos; ello sin considerar que el tiro no era suficiente, dándole la apariencia de un torero… con el bolero de un lado y todo expuesto. Lola estaba aterrorizada, ya no quedaba tiempo de enmendar nada; ni modo, se jodió Antonio!


- Que tal me veo amor? Confieso que lo siento ajustado y pequeño, me veré en el espejo… -le dijo a Lola.


- No, para qué te vas a ver? Créeme cuando te digo que llamarás la atención… y las tías no te quitaran la vista de encima, estás muy sexy… demasiado diría yo – Lola le hablaba sin cesar, adulándolo, para hacerlo desistir de observarse en el espejo, si lo hiciese, todo se complicaría.


- Bien, si tú lo dices amor, así será – mientras decía esto, intentaba bajarse los puños de las mangas y se agarraba entre las nalgas, tratando de sacar el tiro del pantalón… sentía como si lo violaran. A Lola no le dijo nada para no preocuparla ni retardarla, pero estaba muy incómodo, no tenía libertad de caminar: la chaqueta, además de corta, le apretaba en las axilas, tanto, que los brazos le quedaban algo levantados… como ave que se prepara para emprender vuelo. Y para caminar, debía hacerlo despacio y con mucho cuidado, no se fuera a trincar una bola… qué vaina le había echado Lola! Metía la barriga para evitar que se reventara el botón de la pretina y se le bajara la bragueta. Le faltaba la respiración y empezaba a sudar copiosamente. Cambiaba de color… se estaba poniendo entre morado y verde. Cuando se aproximaron a la entrada de la casa, observaron que Don Luis estaba en el porche esperándolos, se fumaba un habano, mientras iba de un lado a otro, estaba preocupado, bastante nervioso.


- Carajo, menos mal que llegan me tenían… -Don Luis no terminó su queja. Al ver a Antonio se le borró todo lo que tenía en la cabeza. El habano se le cayó de las manos y puso cara de rata asustada, con chillido y todo.


- Padre, deja la bravura, que nosotros estábamos arreglando algunas cosas del matrimonio, ya llegamos, no ha pasado nada! – le dijo la hija en defensa. Lola se acercó a su padre, dándole un abrazo y un beso. Don Luis notó que ella olía muy fresco, como recién bañada… lo que no le extrañaba para nada. Lola agarró de la mano a Antonio y de un halón lo metió en la casa, para que su padre no tuviera tiempo de entretenerlo con sus cuestionamientos. Al entrar estaban las mujeres charlando. Cuando los vieron entrar guardaron silencio, solo se escucharon algunas exclamaciones y murmullos. Todas tenían los ojos desorbitados y las mandíbulas caídas, estaban consternadas por lo que estaban viendo.


- Se acuerdan ustedes de Mary Shelley? –rompió el silencio la tía Isabel, como para romper la tensión del momento.


- Esa es un familiar tuyo? Me suena el nombre, pero no recuerdo de dónde –contestó Doña Matilde.


- No, ningún familiar mío, ella era la inglesa aquella… la autora de “Frankenstein o el Moderno Prometeo” no se acuerdan? –aclaró la tía Isabel sin quitar la vista de Antonio y conteniendo una carcajada a punto de explotar. Todos le siguieron la mirada, incluyendo Don Luis y Lola, encontrándose a Antonio al final de la misma. Fue inevitable, la patética apariencia de él no podía pasar inadvertida.


- Por supuesto, cuando te vi, sabía que me recordabas a alguien con ese traje, primero pensé en los difuntos, pero ahora veo que era a Frankenstein! -Apenas terminó de decir esto, todos soltaron la risa contenida, hasta Doña Ana, que siempre era tan circunspecta.


- Lola, sube con tu madre y Antonio, de inmediato; que se cambie de traje…. alguno mío le debe servir! Hija, cómo permitiste que Antonio sufriera este bochorno? –le recriminó Don Luis a su hija, haciéndole señas con las manos de que subieran de inmediato. Así lo hicieron, mientras él, su hermana y su prima… seguían muertos de la risa. Antonio subió lento, porque el traje no le permitía otra cosa. Andaba cabizbajo, como avergonzado, detrás de Doña Ana y su amada. Pero, nadie notó que sonreía disimulado. Que extraña actitud, cuando había suficientes motivos para sentirse enojado y humillado.




Ana Margarita.-

NOTA: La foto que ilustra este relato fue obtenido de "Imágenes" de Google; se desconoce su autor o propietario: a ellos los méritos y derechos que correspondan.

7 comentarios:

  1. Que buen capítulo me reí hasta más no poder.

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  2. Me alegro así haya sido, nada me das más placer que el hecho de sacarle una sonrisa a alguien... yo también me divertí mucho escribiéndolo, lo confieso! besos.

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  3. ¡Qué bueno!. Me he reído un montón. Gracias por tus palabras. Un beso.

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  4. jajajajajaja yo también me reí un montón, sobre todo la parte del torero, eso es algo que siempre me ha dado demasiada risa, me imagino al pobre hombre que no podía ni dar un paso, jeje

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  5. Ni loco me pongo ropa de muerto, y los interiores tambien? Ese tipo va por el camino de los anteriores. Ya tiene traje y todo. Bien logrado el capitulo, congratulaciones.

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  6. Oh! Dios... no había visto sus comentarios, Gracias Iratxe, gracias Rumiana... besos y abrazos a las dos!Disculpen mi distracción, que pena... es inevitable ocultar que me estoy poniendo vieja! aaajajajaj

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