domingo, 24 de abril de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: (XLVII) SANTA MARÍA



















LOLA Y SUS ENREDOS: (XLVII) SANTA MARÍA




El calor era insoportable, solo la brisa del mar aliviaba el sofoco de Lola. Había mucha gente y todos con agitación. Unos lloraban y otros reían, abrazos y besos venían e iban. Los corazones se estremecían al escuchar el bucólico sonido de la sirena del barco, advirtiendo que lo inevitable estaba por suceder: zarparía, y con él se llevaría a la tía Isabel. Ella se despedía de su hermano y cuñada, luego de Antonio y, por último, de su sobrina mayor.
- Lamento no poder quedarme más y no acompañarte para el nacimiento de tu “cuatro de ocho” –le decía esto a Lola mientras le acariciaba el rostro y su barriga, que era ya bien notoria- pero te aseguro que estaré muy pendiente de ese gran acontecimiento. Cuídate mucho, mi amor siempre estará con ustedes –la abrazó con mucho sentimiento y se alejó de todos ellos con una gran sonrisa, que contradecía sus tristes ojos. La vieron alejarse por el muelle, entre la multitud de viajeros. No regresaría a España, iría a Miami y de ahí a Nueva York, a visitar a su hija Candelaria. La noche caía, el Santa María tenía encendida sus luces semejando una constelación de estrellas al ras del mar, lucía imponente; haciendo que ellos parecieran hormigas, más insignificantes de lo que ya se sentían por la impotencia de no haber podido retener, por más tiempo, a la tía. Se oían gritos de despedidas y pañuelos blancos ondeaban desde tierra, despidiendo a sus seres queridos… a aquellos que no sabían cuando volverían a ver. Se quedaron allí, observando como se alejaba, hasta que solo divisaron en la lejanía un gran punto luminoso, perdiéndose en alta mar.
Lola esa noche durmió profundo, descansando el ajetreo del día anterior. Al despertar no encontró a Antonio a su lado, ni él ni los niños estaban en casa. Se asomó por la ventana de su habitación, logrando ver que en los jardines de la casa de su madre, estaban jugando sus hijos, como abejas alrededor de las flores. La verja que dividía los jardines de ambas casas, estaban abiertas, de par en par… ya era permanente esta situación. Desde que se casó con Antonio, las dos casas se convirtieron en una. En la medida que avanzaba, Lola se relajaba. Las flores se hallaban por dondequiera, igual que los frutos de los árboles, que se encontraban esparcidos por el suelo. La carga de este año había sido generosa. Las fragancias dulces y ácidas se entremezclaban, haciendo que respirara más profundo para inhalarlas. Se sentía bien esa mañana, a pesar de que el bebé en el vientre se le encajaba. Paso a paso se acercaba; a cada paso que daba era notorio que las voces se escuchaban alteradas. Todos estaban reunidos en la terraza de la cocina. Hablaban y hablaban, todos al mismo tiempo. Los niños se encontraban, ahora, sentados en los escalones, mirando atentos a todos los que allí se encontraban. Al ver a Lola, Antonio pidió a todos que silencio guardaran… así lo hicieron. Lola se les quedó viendo intrigada.
- Padre, que te pasa? –le preguntó Lola, sujetando su vientre con sus manos corrió hacia él. Don Luis estaba pálido y mantenía su mano en el lado izquierdo del pecho y de vez en cuando lo bajaba por el brazo –qué pasa padre? –volvió a preguntarle, esta vez de rodillas ante él y abrazada a su regazo. Antonio acercó un asiento al lado de su suegro y cargando a su amada, la sentó allí. Todos guardaban el más estricto silencio, esperando quién y cómo le contarían a Lola el acontecimiento.
- Amor, deja tranquilo a tu padre, está algo sofocado. Yo te informaré lo que sucede –le dijo esto sentándose de frente a ella- Bueno, sucede que el barco que abordó tú tía Isabel, fue desviado de su curso; en vez de agarrar hacia el norte… se dirige a África. Durante tres días no supieron de él… pero ya se sabe que ha sido secuestrado, manteniendo de rehenes a los pasajeros y tripulantes. Se está negociando y creo que los liberarán hoy en Brasil. Es lo que se sabe, está en los noticieros y periódicos de todo el mundo. Al parecer la causa es política, no de simple piratería. Hoy mismo se sabrá si las autoridades del Brasil le dan el asilo político solicitado. Si lo dan, todo termina y no pasa más nada. Todos se encuentran en perfectas condiciones. Eso es amor, eso es lo que pasa… -cuando terminó de hablar, todas las miradas se posaron en Lola, esperando su reacción. Lola quedó callada. Sus ojos se movían de un lado para otro, pensaba. Bajó la cabeza hasta el pecho, abrazando fuertemente su vientre. De repente, empezó a temblar, todo su cuerpo se agitaba. Era evidente que contenía sus emociones.
- Perdona padre mío mi insolencia, se que es tu hermana y debes, por ella, estar preocupado… pero que suerte tiene la tía! –dijo esto al tiempo que echaba la cabeza para atrás y soltaba una carcajada, tan contagiosa, que todos empezaron a reír con ella, sin saber por qué.
- Por qué nos estamos riendo hija, si no es nada gracioso? –le preguntó Don Luis, evidentemente más relajado.
- Ah! Padre, mi tía lleva tiempo a bordo… te imaginas la cantidad de gente de la que se habrá hecho amiga? La cantidad de historias de las que se habrá enterado, las cuales magnificará para contarlas a sus conocidos? Además, no estamos en Febrero? Se celebra en Brasil uno de los más grandes carnavales del mundo… por Dios, padre, la tía lo está pasando de lo lindo! –agarró entre sus manos el rostro de su padre y lo besó tiernamente; con la mirada serena de ella… él se tranquilizó. Ese mismo día, recibieron un telegrama: la tía Isabel estaba en Brasil, rumbo a Río de Janeiro, aprovecharía el evento para disfrutar de los Carnavales! Todos empezaron a echar chistes a costa de la tía Isabel, menos Doña Matilde, quien estaba arrepentida de no haber aceptado la invitación de ella, para que la acompañara en el viaje, moría de la envidia.





Ana Margarita.-
NOTA: este capítulo se lo dedico a todos los inmigrantes que, por una razón u otra, se han visto forzados a separarse del suelo patrio y de sus familiares. En 1963, junto a mi madre y hermanos, nos embarcamos en el Santa María, rumbo a Las Palmas de Gran Canarias, en la ruta Puerto Rico, Miami, Tenerife. Un viaje que, en principio serían unas vacaciones de tres meses, se convirtió en una residencia de casi dos años, con todas las experiencias que ello involucra.
Reseña histórica: En la madrugada del 22 de enero de 1961 doce exiliados españoles, la mayoría gallegos, y otros tantos portugueses tomaron el Santa María, un transatlántico en el que iban a bordo 612 pasajeros y unos 350 tripulantes. Este barco de bandera lusa realizaba la ruta La Guaira (Venezuela)-Curaçao-Miami-Tenerife-Lisboa y Vigo. El asalto, obra del Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (Dril), fue una llamada de atención a la comunidad internacional para que no siguiese de brazos cruzados ante la existencia en España y Portugal de las dictaduras de Francisco Franco y Oliveira Salazar, respectivamente. Este hecho histórico llegó a ser portada de publicaciones como The New York Times o Paris Match. Durante tres días fue un barco fantasma. Estuvo ilocalizable. Cuando fue avistado, un avión militar estadounidense lo escoltó. Arribaron el 2 de febrero al puerto de Recife, en donde desembarcaron pasajeros y tripulantes, tras doce días de cautiverio. Los secuestradores fueron recibidos como héroes. Incluso participaron en los desfiles del Carnaval de Río de Janeiro.

NOTA: La foto que ilustra este relato fue obtenido de "Imágenes" de Google; se desconoce su autor o propietario: a ellos los méritos y derechos que correspondan.

4 comentarios:

  1. ESPECTACULAR, nunca deja de sorprenderme :)

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  2. Despues de un buen susto, un buen gusto! A quien Dios se lo da, San Pedro se lo bendice! Menos mal que se escaparon del Triangulo de las Bermudas. Buena composición.

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  3. Gracias néstor. Viajar, en aquella época en un Trnasatlántico era toda una experiencia, porque, además de turístas... estaban aquellos que dejaban atrás toda una vida!

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