sábado, 5 de marzo de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: ( XV ) LOS GRITOS, LOS LLANTOS, UN SOLO DOLOR.





LOLA Y SUS ENREDOS: ( XV ) LOS GRITOS, LOS LLANTOS, UN SOLO DOLOR.


Don Antonio permanecía en el suelo, tratando de agarrar compostura. Se levantó con prisa y con prisa trató de vertirse, cayendo, no una, sino cuatro veces más… no tenía práctica en eso de acicalarse corriendo. Cada vez, un gran dolor, las rodillas las tenía peladas y el pene, en cada caída, en el suelo enterraba; lo que le había hecho Lola… eso no se lo perdonaba!
Lola llegó a la casa, toda despeinada, sudada y con cara de espanto. Juan y Anita, los hijos mayores de ella, cuando la vieron… quedaron paralizados. Dejaron el relajo que tenían y guardaron orden de inmediato; los niños no olvidaban la amenaza de su madre: se portaban bien, o se iban para el cementerio o el orfanato!
Lola se abrió paso entre las mujeres, que rodeaban a sus hijas llorando. Las abrazó y examinó, para ver si lastimadas estaban… pero no, sanas se encontraban. Al ver a su madre, de inmediato se calmaron, se abrazaron a ella y todas la besaron. Se hizo un dulce silencio y la paz volvió a los invitados. Lola observó a su derredor y vio como Don Mario y Don Federico yacían en el piso ensangrentados; también vio sillas, manteles, vajilla y restos de comida por todos lados regado. Dirigió de inmediato su mirada hacia su padre y luego hacia Doña Matilde, quienes se hacían los pendejos, volteado para otro lado. Buscó, entonces, con la mirada a su madre, quien le hizo una mueca, señalando al momento –con el índice bien derecho- a su marido y a su prima… los acusó, con absoluto desparpajo!
Lola fue directo a donde ellos se encontraban, se les acercó por las espaldas y les dijo, en voz baja, pero muy brava:
- Después que ponga orden en este desastre que han causado, hablaré con ustedes muy seriamente; y rueguen a Dios que los patiquines se encuentren bien y no nos pongan una demanda, ni que mi primo Carlos quede con resentimiento… hasta cuando van a seguir con esta jodedera? Carajo, a ver si maduran!- Apenas Lola les dio la espalda, le hicieron mofa y rieron en silenciosa carcajada. Ellos pensaron que Lola de la vida no sabía nada: fiesta sin peleas y trastadas, no es fiesta ni es nada! Don Luis prendió un habano y se lo dio a su comadre, luego prendió otro para él; se lo fumaban con una cara de satisfacción, que juro, nadie les ganaba!
Lola también arremetió contra el Párroco, que sentado estaba junto a los acusados.
- Con usted también es la vaina, Don José, con eso de que existe el acto de constricción y la absolución… peca y después se queda como si nada! Lola se fue directa a la cocina y salió con todos los empleados, dando órdenes de que recogieran todo lo tirado y que sirviesen de nuevo las mesas, para que comiesen y bebiesen todos sus invitados. Los músicos, viendo la furia de Doña Lola, la cumpleañera, sin esperar orden alguna… de inmediato empezaron a tocar, música suave, para que todos se relajaran. Cuando, por fin, la paz y la calma reinaban, hizo aparición Don Antonio, que detrás de Lola marchaba. Tenía la camisa desabotonada, los pantalones rotos y lleno de tierra en sus ropas, en su cara, en su pelo… hasta las orejas las tenía tapiadas! Estaba pálido y sudoroso, en su rostro un profundo dolor se reflejaba; tenía la mano puesta en el pecho, como si algo le aprisionara… dejó salir un grito desgarrador y al suelo se desplomó. Todos los que allí estaban, volvieron a aflojar la mandíbula… que ya, casi, la tenían adiestrada y pensaron, muy para sus adentros: Ah! De Lola… este es el cuarto muerto; pobre Don Antonio… ni siquiera tuvo tiempo de dejarle un retoño!
Lola, al ver aquella patética escena, donde su amado al suelo caía muerto… sintió que el mundo se derrumbaba y antes de entrar en un ataque de histeria, por la cual del lugar tuvo que ser sacada, le reclamó a Dios:
- No es justo mi Señor… ni siquiera hubo tiempo de ponerlo adentro!
Las mujeres socorrieron a Lola y se la llevaron a su aposento, con gritos y llantos de descontento. En el salón, El Párroco y Don Francisco, el padrecito, se acercaron a Don Antonio y determinaron que el muerto… no estaba muerto! Así que se dispusieron a impartirle el Sacramento de la Extremaunción. En eso, Don Antonio recobró el conocimiento, viendo que todos encima de él estaban y que los curas, prácticamente, el santo sepelio le daban y de vaina… lo enterraban; con cara de susto y con mucho enojo- por haberle dado un apresurado certificado de defunción- agarró a Don José por la sotana, susurrándole al oído:
- Si usted sigue con esta pendejada, me olvido que es un cura y que yo tengo la pierna fracturada; le propinaré una golpiza… que será a usted, a quien el cura Don Francisco una misa de difuntos le oficiará mañana- dicho esto, Don Antonio, del dolor, se volvió a desmayar.
Todos los invitados, del contento- a sabiendas que Don Antonio no había muerto- sus mandíbulas –en su lugar- volvieron a colocar y la orquesta… música alegre empezó a tocar!

Ana Margarita.-

NOTA: La foto que ilustra este relato fue bajada de Imágenes de Google. Se observan letras digitales, se presume autor o propietario; a él el mérito y derechos que correspondan.

6 comentarios:

  1. Jejeje pobre casi se convierte en el cuarto, y ademas casi se le fractura el asunto con tantas caídas, estamos a la expectativa...
    besos muy buenos los relatos cada vez mas intrigantes

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  2. ajajaja El que mucho quiere... mucho paga!Besos, gracias!

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  3. Muy buenos tus relatos,interactuas con el lector "se lo fumaban con una satisfacción,que juro,nadie les ganaba!".

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  4. Antonio está amenazado,que se cuide. El Cura comoque esta en la lista de espera. Seguimos con la intriga.

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  5. Me encanta tu pluma, muy fresca y amena.....todas tenemos un Antonio en nuestro pasado !!!

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  6. Gracias a todos por leer mis letras... ustedes le dan sentido a las mismas! De qué sirve una letra si nadie la lee? Abrazos.

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