jueves, 24 de febrero de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: ( X ) EN LA VÍSPERA






LOLA Y SUS ENREDOS: ( X ) EN LA VÍSPERA




Lola se quedó pasmada, no podía creer la eficiencia del padrecito. Todo fue rápido y se fue apresurado. Eso la dejó muy tranquila, pues ella libre de remordimientos se encontraba… de lo contrario, la penitencia hubiese sido más pesada. Se quedó en el confesionario arrodillada, rezando el Padre Nuestro y el Ave María que Don Francisco le encargara. Se puso de pie, se enderezó y salió como toda una Santa, libre de culpas y pecados. Ya anochecía; al llegar a la puerta principal, se volteó hacia el altar, se arrodilló y persignó… dándole las gracias a Dios, y a la Santísima Virgen, por haberle dado una vida tan privilegiada.
Camino a la casa de sus padres, la funeraria vio de lejos: estaban velando a Don Clemente… apenas ella se reponía del susto, y a pesar del cariño que le tuvo... ni pintado quería verlo! Allí –sabía ella- se encontraban sus padres, en representación de la familia; no deseaban que Lola fuera, para que no sufriera disgustos o alguna pena.
Al entrar Lola por la puerta, los niños se abalanzaron sobre ella, no la habían visto en todo el día y la extrañaban sobremanera.
- Madre, nos probamos nuestros trajes para tu fiesta, nos quedaron muy bien y nos gustan; parecemos unos príncipes… como tú nos dices! –le dijo Juancito, el mayor, mientras se abrazaba a ella.
- Estoy segura que así es, de cualquier manera… siempre mis príncipes y princesas serán!- dijo ella con entusiasmo y alegría, sentándose en el sofá y dejando que todos se les encimaran, con la acostumbrada algarabía.
- Lola, ven conmigo- le dijo Márgara halándola del brazo- tienes que ver los trajes… Doña Cándida hizo maravillas! – subieron con pasos apresurados a la antigua habitación de Lola. Sobre la inmensa cama y los muebles, se encontraban los trajes de ella y los niños… eran espectaculares. Con razón la Cándida gozaba de prestigio en todo el territorio nacional. Lola no dejaba de ver y manosear los trajes, en especial los de las niñas… todos, una monada. Había acertado en la escogencia de las telas y sus colores, la gente no lo esperaría… jamás. Ese color le resaltaría tanto en sus hijas rubias como en las morenas; estaba muy contenta, el susto y la preocupación… quedaron en el olvido, así lo creía ella.
Márgara le informaba de que todo estaba dispuesto para el festejo de su cumpleaños. Lola y los niños dormirían esa noche allí; mañana sería un día muy agitado… aunque no más que el corazón de Lola, que solo latía por y para Antonio!
Llegó el día tan esperado por la familia: Lola se encontraría con su amado después de largos años. Tenían esperanzas que se casaran… y que éste marido le durara, más de lo que le duraron Juan y Fernando…. que Dios los tenga en su Santa Gloria!
En el hogar de los Díaz Robaina, todo era un ajetreo. De todo había que ocuparse, querían que todo quedara perfecto. Todos andaban de aquí para allá, cada quién estaba encargado de algo… y, aún así, siempre algo estaba pendiente de solventarse. Almorzaron tarde y después… todo quedó en calma; se hizo el silencio, reinó la paz… todos la siesta durmieron.

Poco a poco se fueron despertando, la casa recobró vida y un extraordinario esplendor, se llenó de flores. Los jardines adornados con luces y guirnaldas; las mesas con manteles de hilo y servicio de cristal y plata. Los músicos se alistaban. La cocina expedía las más ricas fragancias. Todos estaban listos y muy acicalados. Lola y sus hijos en sus aposentos se guardaban. Sus padres y hermanas, recibían a los invitados… ya pocos faltaban. Pero los principales, ya estaban allí y desesperados por verla. Don Luis subió a avisarle a Lola que debería alistarse, pronto tendría que hacer su aparición. Al abrir la puerta, encontró a su hija de pie, rodeada de sus hijos; así -listos como estaban- parecía ella una joya en el centro de un mágico ramillete. No pudo disimular su amor y admiración: no solo era bella y amorosa… era una mujer de temple y fervorosa!
- Hija, llegó el momento… haz que tus hijos salgan, tal como lo planeado, y tú detrás de ellos- le dijo su padre, con voz calma, mientras le daba un beso.
- Estoy algo nerviosa… ya llegó él? – le contestó Lola, correspondiéndole.
- Si hija… si te sirve de consuelo, él está peor que tú… es un manojo de nervios; llegó hace rato y se apostó al pie de la escalera, como cuidando que ningún otro… hacia ti se abra paso- esto lo dijo riendo. Se enganchó del brazo de su hija y se dispusieron a salir del aposento, para darle la bienvenida a sus invitados y compartir con ellos ese gran día, ese gran evento: el encuentro de dos amores, perdidos en la distancia... y en el tiempo.

Ana Margarita.-

NOTA: La foto que ilustra este relato fue bajada de Imágenes de Google. Se observan letras manuscritas ilegibles. Se desconoce autor o propietario.

4 comentarios:

  1. Ayayayya, que emocion, tiene que escribir el siguiente, me encanta lo emocionantes que son además necesito saber el color de los trajes:) jeje

    EXCELENTE!

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  2. ajajaja Hola Rumi... Hola Rosiris! gracias chicas... mañana tienen la próxima entrega! Besos y abrazos a ambas.

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  3. La próxima victima no sabe lo que le espera!!! Ahora me doy cuenta que la primera victima fue Don Juan.

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