sábado, 26 de febrero de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: ( XI ) DON ANTONIO







LOLA Y SUS ENREDOS: ( XI ) DON ANTONIO

Don Antonio, el amor de Lola, la esperaba al pie de la gran escalera que daba al piso superior… por donde bajaría ella. Había llegado temprano, y a pesar de que la noche era fresca, sudaba como un condenado. La ansiedad era su enemiga; su temor al rechazo… un mal consejero. No se movía de ahí, sabía que Don Mario Landaeta y Don Federico Aristimuño, estaban al acecho de su amada; por nada del mundo cedería –de nuevo- el lugar que deseaba y creía corresponderle: al lado de ella. Pedía a Dios que Lola pronto apareciera, de lo contrario, la tortícolis lo incapacitaría para el resto de su vida.
De repente, los violines empezaron a tocar y todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo; se voltearon hacia las escaleras y miraron hacia arriba, guardando absoluto silencio. Aparecieron los niños-como en un cortejo- seguidos de Lola y su padre, todos sonriendo.
-Oooooh!- se escuchó en todo el salón. Los niños bajaron primero. Los varones estaban vestidos con frac negro, camisas blancas y los fajines y corbatines en azules diferentes; las niñas de tonos pasteles: rosa, salmón y malva… con finas telas bordadas y las faldas esponjadas con tules, dando la sensación que en el aire flotaban, como mágicas hadas. Llevaban fajines –al igual que sus hermanos - pero con lazos a la espalda, en fino y brillante satén. Lola, la cumpleañera, llevaba un vestido largo, muy ceñido a la cintura y a las caderas, ampliándose hacia las piernas. Era de fina seda de la India, azul turquesa; bordado el corpiño con hilos de plata y perlas. El escote era atrevido, dejando sus brazos, hombros y pechos lucirse sin mezquindad alguna. Salvo las perlas, en lágrimas, que pendían de sus orejas y el anillo, también de perlas -formando un corazón- que le regaló Antonio antes de marcharse aquella vez… no usaba ninguna otra prenda. Tenía el cabello peinado con una sola crineja hacia un lado, dejando la espalda descubierta… estaba radiante, como una estrella.
Don Antonio, al verla, quedó hechizado y, sin pensarlo dos veces, subió hacia donde estaba ella. Pero su nerviosismo lo traicionó: peló un escalón y de rodillas cayó.
- Ah? Uy! – la gente exclamó al verlo dar el tropezón. Lola preocupada por su amado, quiso ir donde estaba él, enredándose con la falda… cayendo al piso también! Esta vez, no hubo exclamación alguna; pero se escuchó un extraño silencio, como si la gente contuviera la respiración… como esperando a ver que Lola se levantara. Ella y Antonio, quedaron cerca el uno del otro; se vieron las caras y soltaron la gran carcajada. Estaba destinado que el amor de ellos marchara… de tropiezo en tropiezo. Se levantaron con tranquilidad y elegancia, se tomaron de las manos y se dieron un tierno beso, tan tierno como las miradas que se echaron. Fue entonces cuando los invitados exhalaron el aire que tenían retenido… ya estaban casi morados; se rieron con ellos y también los aplaudieron… salvo Don Mario y Don Federico, que del incidente se alegraron, echándose unas miradas cómplices, como si algo malo tramaran; esta mala vibración no la pasó por alto Don Luis, quien -desde ese momento- la mirada de encima no les quitaba.


Los violines, las flores y el jardín con luces y guirnaldas que los padres de Lola idearon con gran esmero, para crear una atmósfera romántica y propiciar, entre ellos, el encuentro... resultó en vano. Lola y Don Antonio, nada de esto percibían; el amor de ellos nació a primera vista y nada ni nadie -para bien o para mal- lo alteraría! Esto, agradó a los padres, pues si el objetivo se había cumplido, ellos podrían relajarse y disfrutar del festejo. Don Luis, más que nadie, se benefició del asunto, así podría llevar a cabo su plan de joder al comunista infiltrado, en complicidad con Doña Matilde, comadre de él y madre de aquél, quien una lección debería aprender.
Así empezó esta fiesta, mucho aconteció en el transcurso de ella; tanto, que la gente –mucho tiempo después- aún lo comentaba... claro, de la vida de Lola se trataba!

Ana Margarita

NOTA: La foto que ilustra este relato fue bajada de Imágenes de Google. Se desconoce autor o propietario.

4 comentarios:

  1. Que buen desenlace para un momento tan tenso e importante, con cada capitulo nuevo que leo me convenzo más y mas de que seria una estupenda novela televisada !

    besos

    Rumiana

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  2. Estoy pendiente de Don Mario y Federico. Ese Don Luis es mas metio que una gaveta.

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  3. Así somos los padres, Néstor, todo lo queremos controlar! jeje

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