sábado, 5 de febrero de 2011

BENDITA IGUANA!


Me levanté con disposición de acudir a la cita, la había estado aplazando... una y otra vez; y ésta semana él llamó -reiteradamente- para recordármela y advertirme que no aceptaría un nuevo postergamiento. Qué vaina, me encontraba entre la espada y la pared: sentía la necesidad de ir, quería hacerlo... pero, llegado el momento me atemorizaba, me temblaban las piernas... y eso que no era la primera vez que lo haría!
Decidida como estaba, empecé por lo primero y principal: lavar a "margarita". Debo serles sincera, a falta de marido "margarita" se había convertido en mi compañera, amiga y socia en la vida. Ella me trae y lleva a todas partes, con la mayor diligencia y sin protesta alguna; siempre está conmigo, compartimos la misma música y escucha todo lo que yo tengo que decir sin rezongadera. Cuando todos me dejaban sola para hacer lo suyo... ella está allí, conmigo! La amo y por eso le prodigo los mayores cuidados y atenciones... raro es el grato recuerdo (contemporáneo) en el que ella no haya sido partícipe. Habiéndola dejado reluciente, me fui yo a acicalarme.
Una vez en el sitio, me estacioné bajo la fresca sombra de un gran árbol de Mango, a sabiendas que las florecillas la cubrirían y que, "Papaíto", una enorme iguana -del tamaño de un Dragón de Komodo- haría de las suyas sobre ella. Pero, ni modo, el real problema existencial que me ocupaba en esos momentos era... entrar o no entrar?
No me dio tiempo de reflexión y toma de decisión alguna; él estaba pendiente y salió a mi encuentro. Con su singular dulzura y simpatía, me sonrió a través del vidrio de la ventana, haciendo señas con la mano para que me bajara. Ya no podía echarme atrás. Al bajarme me dio un efusivo abrazo y, hecho el pendejo, me fue llevando -casi a empujones- a aquel lugar que yo bien conocía y que tantos recuerdos me traía.
- Vamos -continuó su monólogo, porque yo ni me atrevía a abrir la boca para pronunciar la más pequeña ni amable palabra, en realidad estaba secuestrada por el pánico- siéntate y échate hacia atrás... ponte cómoda, relájate... hazlo por mi, quieres?
- Vamos, por favor, relájate... estás muy tensa... estás dificultando las cosas -proseguía él hablando solo. De los nervios tenía las mandíbulas apretadas, los puños cerrados... toda yo parecía un palo seco y tieso.
Como hombre inteligente y considerado que es, se dio cuenta que nada conseguiría conmigo estando en ese estado mental. De manera muy discreta y paciente me tomó de las manos, y mientras las masajeaba me hablaba de cómo estaba él y cómo le estaba yendo; también me preguntaba por mi vida y los míos… en la medida que la charla progresaba, disminuía mi tensión y él lograba lo que se había propuesto… tranquilizarme, sentirme a gusto y confiada en él. Siempre obtenía lo que quería… y siempre era grato sucumbir a su trampa psicológica; era claro que ambos obteníamos gratificaciones, pero, vamos a estar consciente de algo… yo era la verdadera beneficiada con todo aquél juego previo y su resultado final!
Por fin, le regalé una sonrisa llena de absoluta serenidad y con una tímida mirada le dí mi consentimiento para que hiciese conmigo lo que él quisiera… porque era él quien tenía el control en sus manos, él sabía lo que hacía… y yo solo lo dejaba hacer!
De esta manera y poco a poco, muy lentamente… la abrí, dejando al descubierto lo que él tanto estaba buscando; lleno de entusiasmo trabajó afanosamente, pero siempre con delicadeza y precisión. No me dolía nada, aunque sentía mucha presión que me tensaba por instantes. Sin darme cuenta del tiempo transcurrido, él se apartó de mi… retirando sus manos y con una cara de orgullo y satisfacción me mostró su trofeo: mi última muela del juicio! Las otras tres ya me las había extraído en anteriores oportunidades. Estaba hecho, y yo que sufrí tanto al imaginármelo… sin ninguna necesidad!
Con una gasa en la boca que me impedía hablar con claridad, me despedí de mi querido amigo de muchísimos años; odontólogo con grandes destrezas y vocación: toda la atención personal y servicio profesional recibido… no me costó un centavo, pero a cambio, se quedó con todo mi agradecimiento, cariño, respeto y devoción…Dios lo bendiga!
PD/ Nada es absolutamente perfecto, ni hay felicidad completa… al salir me encontré que varios mangos maduros se estrellaron contra el parabrisas y que la bendita iguana se echó una… que mejor ni les cuento! Claro, yo no me quedé tranquila con esa afrenta animal; miré a mi alrededor y como nadie me observaba, tomé uno de los mangos que habían caído sobre "margarita" y con todas mis fuerzas se la lancé a "papaíto"... con la mala suerte que le atiné. El animal perdió el equilibrio y cayó sobre la ya maltratada "margarita"... pero ahí no quedó la vaina; la bestia -no se si por orgullo o arrechera- se quedó montada sobre el techo y cada vez que yo intentaba abrir la puerta para largarme de allí... el bicho me atacaba. En cuestión de minutos, el lugar estaba lleno de gente y todos muertos de la risa. Después de una larga hora, Papaíto" bajó de su trono", dejando bien establecido a todos los presentes -en especial a mi- quien era el que mandaba allí!

3 comentarios:

  1. Madre me parto de risa... que maravilloso relato.. como todos los tuyos... cómo haces para convertir cosas cotidianas en relatos maravillosos? cómo tienes memoria para acordarte de los detalles, o incluo, en el caso de que no te recuerdes de ellos, cómo usas tanta imaginación para crearlos o complementarlos, adornarlos?

    Un beso y abrazo madre mía.. sigue contándome de tu vida cotidiana con tan maravilloso contenido...

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  2. ajajaja Gracias hijo, me alegro te hayas reído un rato conmigo... en la distancia. Te amo, sigueme leyendo, que eso me honra. TE AMO MUCHO. Un gran abrazo y un millón de besos!

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  3. EXCELENTE,

    Me parece extraordinario esa capacidad de llevar la intriga y el doble sentido hasta el ultimo momento, sin dejar siempre de añadir un toque de picardia.
    Besos

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