domingo, 6 de marzo de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: ( 17 ) LA HUÍDA




"Cuando Lola huye, el campo florece… y los problemas también.”

Don Luis vio partir a sus mujeres con los niños; preocupado por ellas no estaba. Sabía que podían cuidarse solas, eran mujeres de vanguardia. Aunque era extraña la actitud de Lola, tampoco le mortificaba: estaba seguro de que su hija se compondría tan rápido como canta un gallo.

Los niños sacaban la cabeza por las ventanas para despedirse de su abuelo, quien les sonreía con auténtica alegría; tenía una mano metida en el bolsillo y con la otra su habano aspiraba. En unos días se reuniría con ellas; su descanso finalizaba. Volvería al trabajo del campo, lo que le apasionaba.

—¡Ah! —exclamó Don Luis—. Solito me quedo, ¡malo no es! —y soltó una risa que le salió del alma.

De inmediato se dispuso a comunicarse con sus amigos para organizar la jugada de cartas. ¡Al cura Don José le tenía preparada la revancha!

De la casa a la hacienda había muchos kilómetros de distancia, eso lo sabía Irene Margarita, pero nunca el tiempo se le hizo tan largo como esa vez. En dos carros y un camión se transportaban: ¡iban en caravana!

En el primero, el que el camino encabezaba, iba ella con Lola, Ana Isabel, las niñas y Doña Blanca, la nana. En el otro, Doña Ana, Doña Matilde, los varones y Doña María, la otra niñera. En el camión se llevaba el equipaje, alimentos y una maquinaria que Don Luis mandaba al capataz. Doña Teresita acompañaba al chofer; ella sí hizo bien su viaje, entre charla y charla.

Recorrieron el negro asfalto, siempre en silencio, hasta llegar a los polvorientos caminos de tierra. Era tierra negra, de la buena y con abundante agua. Don Luis era un campesino instruido, como sus padres y abuelos; vivían en la ciudad por la buena educación de ellas y de los niños de Lola… ¡pero el gusto por las tierras, y las faenas en ellas, no lo abandonaba! Era su vida, el sustento de su familia.

Al llegar, todos bajaron con gran algarabía: estaban felices de estar allí ¡y de poder estirar las piernas! Los empleados de Laguna Grande —así se llamaba la hacienda— los esperaban con la misma alegría con la que ellos llegaban.

Los niños corrieron bajo la sombra de los árboles, corretearon a las gallinas y al gallo. Se metieron por los barandales de los corrales y a un becerro agarraron; jugaron con él hasta que el pobre animalito se echó al piso del cansancio y no se levantó hasta que ellos se marcharon.

Lola y Márgara hablaron con las empleadas de la casa, guardaron los alimentos recién traídos de la ciudad y dispusieron lo necesario para su larga estancia; mientras tanto, las demás mujeres acomodaban todo e iban instalándose.

Los niños y ellas se bañaron, comieron algo y se acostaron para un breve descanso. También se montaron en sus caballos para recorrer los campos; reunirían a los peones para que ellos a ellas de todo informaran y ellas a ellos les pagaran.

Cuando iban a mitad de camino, detuvieron la marcha, miraron hacia atrás y quedaron embelesadas: ¡los Araguaneyes estaban reventados en flor! Era marzo, y en esa época el campo se teñía del más brillante amarillo. Las copas de los árboles resplandecían como el mismísimo Sol. Al deshojarse, cubrían el suelo como alfombras bordadas en hilos de oro, como si se tratase de un camino real.

Era una visión espectacular, casi mágica, como la imagen de Lola montada en su zaino: tenía el semblante apacible y una sonrisa extraña… ¡que solo Dios se atrevería a dibujar!

Las dos hermanas se miraron en silencio y, sin decir una sola palabra, continuaron su camino a lo largo del río Quebrada Ancha. Solo faltaban un par de kilómetros, más o menos, de recorrido para llegar donde los animales pastaban; allí encontrarían a los peones en sus faenas de esa mañana.

“Al cura le espera la revancha, pero a Lola le espera el destino.”


3 comentarios:

  1. Lola se merecia el descanso tanto físico como psicólogico,de imaginarse que el fulano hubiera sido el cuarto.

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  2. Entra en acción la ambientalista. Me estoy maginando que puede aparecer un Santos Luzardo, jajaja, otra victima mas!

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  3. Bueno este relato es para darle un descanso al lector después de tantas emociones, hacemos un break y seguimos...

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