sábado, 5 de marzo de 2011

LOLA Y SUS ENREDOS: (XIV) LA ESCAPADA




LOLA Y SUS ENREDOS: (XIV) LA ESCAPADA

Estaban todos sentados en los lugares que le correspondían. De la cocina empezaron a salir los empleados con la comida. Lola miró a su padre y luego a su madrina, Doña Matilde; ella, de inmediato, captó de lo que se trataba… solo tardó unos segundos para resolver aquella charada. A sabiendas del huracán que se avecinaba, metió la mano bajo la mesa y toco –suavemente- el muslo de Don Antonio, quien de inmediato volteó a mirarla. Lola –muy discretamente- le hizo una seña con los ojos.
- Ahora? – le preguntó él al oído, asintiendo ella con la cabeza.
Mientras todos estaban distraídos con el servicio de la comida, ella y su amado se retiraron de la mesa como dos fantasmas… sin ser vistos ni levantar ningún comentario sobre nada. Márgara los observaba; ella conocía de los planes de amor de su cuñado y de su hermana: Ana Isabel y ella se encargarían de los niños, para que ellos se amaran.
Los dos tórtolos salieron al jardín, tomados de las manos. Se escabulleron por uno de los senderos… el que daba al campo de jazmines y trinitarias. Voltearon hacia atrás y vieron como de las luces se alejaban. Siguieron caminando lento, muy despacio… entrelazados con sus brazos y sus cabezas tocando. Él jugaba con su mano sobre ella: delicadamente la recorría, desde la nuca hasta lo bajo de la espalda, luego la subía hasta los hombros y por el brazo la bajaba… hasta la palma de su mano, muy suavemente, apenas, con las yemas de sus dedos, la tocaba…. y ella se dejaba. Besos dulces iban, besos apasionados venían… uno detrás de otro, sin parar. Llegó el momento en que ya lo único que deseaban era comerse mutuamente; no querían, ni permitirían que esta segunda oportunidad que les daba el destino… les fuera arrebatada. Se miraron y rieron… cada uno sabía lo que el otro quería; sin hablar media palabra, se habían dicho todo. Soltaron el lazo que habían hecho con sus brazos por la cintura; se tomaron de las manos y caminaron apresurados, completamente sonrojados y con una sonrisa como la de la Mona Lisa, a ocultarse -de la vista- en un gran quiosco en la parte trasera del jardín. Allí quedaron semiocultos por las sombras de las trinitarias y de las enredaderas que trepaban por el enrejado; los jazmines su amor perfumaban. Las siluetas estaban iluminadas por la luz de la gran Luna que los acompañaba, era su cómplice. Las perlas, bordadas en el traje de Lola, centelleaban como sus ojos… cuando él la acariciaba.
- Lola, necesito hablar contigo, explicarte por qué aquella vez te dejé abandonada…. En aquél entonces, fui víctima de una infamia y debí enfrentarla- le dijo Antonio, sin dejar de besarla ni acariciarla.
- Por qué no me lo dijiste? Dejaste que de ti mal pensara – le reprochó Lola, muy sutilmente, mientras dejaba que él la tocara.
- Porque prefería que me odiaras a que una sola lágrima, por mí, derramaras…- Lola lo interrumpió, sellándole los labios con sus besos. No volvieron a pronunciar palabra. Antonio se desesperaba, llevaba rato tratando de desabrochar el vestido de su amada. Éste era abotonado en la espalda: botones muy chiquitos, forrados en la misma tela del vestido… pero los ojales eran tipo chino: estaban muy bien asegurados! No llevaba ni uno cuando Lola ya la camisa se la había desabotonado y, los pantalones… por los tobillos le daban. El pobre Antonio, estaba frustrado, hasta que se decidió dejarlo así y meter las manos por debajo de la falda… en vez de quitarlo! Cuando estaban de lo más emocionados, casi encaramados… Lola, que lo besaba con los ojos cerrados, los abrió como si de los faros de una torre se tratara: escuchó, a lo lejos, como si sus hijas gritaran y lloraran.
- Antonio, mis niñas gritan y lloran…- le dijo toda preocupada.
- Lola, por favor… quédate quieta; no, no te quedes quieta… que no te vayas a levantar… por Dios te lo pido, no me hagas esta maldad!- le dijo Antonio, suplicante. Pero Lola solo tenía oídos para loa gritos y llantos de sus hijas que, como un llamado de emergencia, en su corazón retumbaban. Tomó su cara entre sus manos, sus ojos y boca besó… lo miró con dulce desconsuelo y de él se apartó.
- Lo siento Antonio, yo también te deseo; pero este amor que siento por ellas… es superior que cualquier anhelo, nos amaremos en un posterior momento!- le dijo esto al tiempo que se levantaba y bajaba la larga falda de su hermoso vestido; acomodó su largo y rizado cabello y emprendió , casi corriendo, el retorno a casa… en ese momento, le pareció estar demasiado lejos de sus hijas amadas.
Antonio no pudo decir nada, no tuvo tiempo para ello. Si alguien hubiese fotografiado su cara, vería en ella escrito un poema al lamento. Intentó seguirla, sin darse cuenta que los calzones los llevaba a los tobillos, dando un gran tropiezo… de nuevo, estaba en el suelo. Levantó la vista, solo para ver como Lola corría, en el camino desvaneciéndose ; por unos minutos quedó tirado, en el piso… con el alma atragantada y el corazón, latiéndole tan fuerte, que se le salía del pecho.



Ana Margarita.-

NOTA: La foto que ilustra este relato fue bajada de Imágenes de Google. Se desconoce autor o propietario.

6 comentarios:

  1. Aquí va,extraordinarios tus relatos, me parece que en tus escritos todos los personajes cobran vida y no hay actores secundarios,todos y cada uno parecen tener su propia personalidad.Me hace recordar a un gran escritor.

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  2. Gracias, me encanta tu comentario... me motiva a seguir en esto, la escritura, que tanta satisfacción me da! Un abrazo!!!!

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  3. Eres una máquina para ecribir, o un procesador de palabras, no una escribiente, no...no...mejor UNA IMPRESORA LASER. Le salió competencia a Isabel Allende. No se que decir, Don Antonio o se salvó de morir o se quedo con la carabina al hombro. Seguimos leyendo, tu sigue escribiendo. Felicitaciones!!!

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  4. Caramba! Hoy amanecí elogiada... qué satisfacción siento por ello. Honor que me haces amigo. Me alegra, de verdad, que te haya gustado... siento que no pierdo el tiempo!Gracias!!!

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  5. Bueno Antonio se quedo con las ganas, pero bien merecido se lo tiene, a ver que le depara el destino junto a Lola, una mujer como ella no es de apresurar, apoyo la decisión que tomo !

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  6. jajaja Así es Rumi, primero el cuidado de los niños... que las ganas!

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