lunes, 10 de noviembre de 2025

LO COTIDIANO

 

Imagen que contiene pasto, persona, exterior, sostener

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.

“Descubre lo extraordinario en cada instante.”

 Introducción

Hay días en que me descubro corriendo detrás de lo que falta, sin detenerme a mirar lo que ya tengo frente a los ojos.
He vivido así muchas veces, distraída, buscando lo excepcional como si solo lo grandioso mereciera ser recordado.
Pero poco a poco he comprendido que la vida verdadera se esconde en lo simple: en los gestos, en los silencios, en aquello que no presume.
Por eso escribo estas líneas, como una forma de recordarme —y de recordarnos— que lo extraordinario no siempre brilla… a veces apenas respira, pero basta detenerse para sentir su pulso.

A veces tememos hacer el ridículo por deleitarnos en lo simple y habitual. Qué necios somos, como si importara a alguien lo que hacemos, mientras no alteremos su mundo.

Vivimos rodeados de maravillas silenciosas, latentes en lo cotidiano: el afecto constante de quienes nos acompañan, la lealtad silenciosa de los amigos, las miradas y gestos que cruzan nuestro camino; el latir profundo de los mares y ríos, la danza perpetua de los campos y las hojas al compás del viento, el cielo que respira luz y sombra, y la música callada de sol, luna y estrellas.

Todo nos envuelve y, aun así, como ciegos en abundancia, lo damos por sentado.

Somos seres de balance negativo: lloramos lo que falta, anhelamos lo que no llega.

Pero basta un instante de atención para descubrir lo extraordinario en lo pequeño: un “te amo” que resuena como eco en el alma, una risa inesperada que enciende el aire, la ternura silenciosa de un gesto, la sonrisa de un niño como caricia etérea, la advertencia sabia de un anciano que nos alerta como borrasca anunciada, el olor de la ciudad bajo la lluvia, el susurro del mar al acariciar la orilla, el juego travieso de una mascota que nos recuerda la sencillez de existir.

Cada instante merece ser contemplado como si fuese la primera… y última vez. Sentido como lo que es: un regalo vivo, palpitante, del particular mundo que nos habita.

En lo cotidiano vibra lo extraordinario de la existencia. ¿Cursi? Tal vez. Pero feliz y agradecida, también, por este “hoy” que se me ofrece, que recibo como quien sostiene en sus manos un fruto recién caído del árbol, tibio y perfecto, y deja que su esencia penetre en cada poro de la vida.

Epílogo

Hoy no quiero grandes hazañas ni respuestas definitivas.
Solo deseo aprender a mirar con ojos nuevos lo que siempre ha estado ahí: el olor del café, la voz de quien me nombra, el aire que entra y sale sin pedir permiso.
He descubierto que la plenitud no es una meta, sino un estado de atención.
Y que cuando logro detenerme, aunque sea un instante, el mundo entero se revela distinto: más cálido, más cercano, más vivo.
Porque, al final, la felicidad no se busca… se reconoce en lo cotidiano.

“La maravilla vive en lo más cercano, latente en cada gesto.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario