“El alma desnuda se refleja en el papel.”
Introducción
Siempre
he sentido que escribir es un acto de libertad absoluta, un espacio donde el
alma puede desplegarse sin miedo ni ataduras. Cada palabra que nace en mí es
como un ala que se abre al viento, un gesto de valentía y de verdad que me
permite mirarme sin máscaras. Este texto es un homenaje a esa experiencia: a la
escritura que me sostiene, me revela y me transforma, y que, como ave en pleno
vuelo, me enseña a ser fiel a mí misma en cada trazo.
Cuando
la mano agarra la pluma y se posa sobre el papel, es como ave que libremente
surca los cielos, dándose el lujo de tomar descanso —planeando entre el susurro
del viento—, porque hasta en el reposo sigue siendo vuelo, y hasta en la
quietud late la libertad.
No hay
quien la intimide, no hay quien la haga presa del miedo.
El
conocimiento, los pensares y sentires fluyen suavemente, sin prisas, interrupciones
ni censuras, fluyen como río secreto, fluyen como viento tibio, tal como se
acaricia el cuerpo amado, ése por el que te desbordas en pasión, ése que arde,
ése que enciende, ése que atrapa.
Amo la
palabra escrita: es mirarse en el espejo sin maquillaje,
es mirarse y no huir, es mirarse y reconocerse,
exponiendo el alma desnuda a la luz que ilumina y a la oscuridad que desafía.
Se peca de
pensamiento y verbo, mas no por acción u omisión.
Se peca, sí, de pensamiento; se peca, sí, de verbo.
No hay remordimientos ni arrepentimientos:
íntima confesión, absolución sin penitencia.
Sin par,
poderosa, instintiva; despiadada a veces, clemente otras veces,
sea poesía, ciencia o ficción,
sea poesía que arde, ciencia que explica, ficción que redime,
pero siempre sin falsos pudores ni hipocresía,
por demás, hermosa… hermosa como ala abierta, hermosa como viento que canta.
¡Así es la
palabra escrita!
¡Así, desnuda!
¡Así, invencible!
¡Así, libre, sin censura!
Epílogo
Al
terminar de escribir, comprendo que la palabra escrita no es solo un registro
de lo que pienso o siento: es un espejo del alma, un cielo que se abre dentro
de mí y que nunca se agota. Cada letra, cada verso, cada línea me recuerda que
la libertad se encuentra en la entrega plena, sin censuras ni expectativas, y
que, mientras haya pluma y papel, siempre habrá un espacio donde mi espíritu
pueda volar, desnudo, verdadero e invencible en su honestidad.
"En
la escritura, el alma encuentra su cielo."
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