jueves, 10 de febrero de 2011

MAL ASUNTO...




MAL ASUNTO...
de Ana Margarita Perez Martin, el jueves, 10 de febrero de 2011 a las 8:01





Por lo general, todos tenemos una rutina, una cotidianidad que llamamos vida: esta se desenvuelve conforme a nuestras necesidades e intereses y, entre ellos, marcamos nuestras prioridades… eso sí, siempre dentro de nuestros principios y valores, que no son otra cosa que aquellos “elementos” intrínsicos que definen nuestras convicciones… moderadoras de nuestro carácter!

Hoy, temprano me dirigí a una empresa de mensajería privada –ubicada en una de las arterias viales de más tránsito en la ciudad- para enviar un documento muy importante a una sobrina residente en un lugar distante; como quiera que era urgente que se lo enviase y considerando una serie de diligencias más que debía realizar ese día…llegué antes de que abrieran al público y así ser la primera en ser atendida
Así fue, al llegar solo estaban los empleados recibiendo encomiendas de otras ciudades. Sacaban los paquetes de los vehículos y los entraban en la oficina… una y otra vez; reinaba en ese equipo de trabajo una camaradería sin igual, todos trabajaban sincronizadamente y con un humor excelente. Me quedé apartada, pero a la vista, para no perder mi lugar. La mañana se sentía ajetreada… todos a mi alrededor iban y venían, cada quien ocupado en lo suyo. Mañana fresca y con el sol tímidamente escondido tras las nubes. Me sentía bien, tranquila y de buen humor…hasta que llegó una joven mujer -muy robusta ella- morena y de unos ojos hermosos, profundamente negros y almendrados, pero con una actitud de pocos amigos

- Cuántos hay en la cola? –se dirigió a mi sin siquiera saludar
.- Buenos días, soy la primera… y, hasta ahora, la única en espera de utilizar los servicios, como puede usted observar –le contesté de manera educada, pero poniendo distancia a quien ya había detectado como una persona mal educada. Me había predispuesto contra ella… y eso me molestaba, me avergonzaba… no tenía derecho a ello, no la conocía… no debía prejuzgarla… pero el sentimiento de rechazo persistía, algo me decía que la mantuviera a raya.
- Ah! Bueno… por aquí ando yo, para que sepa y me guarde mi puesto… por si viene alguno que se la quiera dar de vivo! – dijo esto apartándose de mi unos tres metros –aproximadamente- y sentándose al ras del suelo, en el borde de la acera.

De manera inmediata se instaló a hablar por su celular… un Blackberry última generación, lo cual no me extrañó para nada pese a su apariencia de humilde condición económica, por dos razones: uno no debe juzgar a las personas por su apariencia y, en Venezuela, tanto niños, asalariados e indigentes cargan uno en la mano… como si se tratase de una chupeta barata, como si los regalaran… y solo para hablar paja.
Esta observación mía me causó otro malestar: será envidia? Dudé de mí, de mis razonamientos… de mis buenos sentimientos. Este fue el segundo latigazo que mi conciencia me daría aquella mañana… y no era el último que recibiría.

-Hola mi bella! –empezó la charla por el teléfono, lo cual me era imposible no escuchar por el timbre de voz y la poca distancia que me separaba de aquella mujer que vino a perturbar mi tranquila mañana- te he extrañado mucho… bendito sea Dios que estás bien… bla bla bla... alabado sea el Señor… bla bla bla… Santísima Virgen María… bla bla bla…. Dios Santo, oraré por él y por toda su familia… bla bla bla – y de esta manera, en unos tres minutos, la mujer mencionó a Cristo Jesús y a la Virgen unas cien veces y alabó a Dios cientos de veces más. No puedo mentirles, siempre he sentido desconfianza de las personas que mencionan, repetida e incansablemente, el nombre de Dios y que lo alaben constantemente…. para mi, obras son amores y tanta palabrería es sinónimo de hipocresía o fanatismo; como cristiana acostumbro, siempre, dar gracias y bendecir a Dios y a mis semejantes… y ayudarlos en todo lo que mi humanidad me permita, con humildad y en silencio… sin tanta algarabía, hasta allí llego, así soy yo. Además, como bien dice el proverbio; dime de que alardeas y te diré de lo que careces… Esta reflexión la hacía yo mientras la mujer continuaba su charla. Al concluirla, se despidió muy amorosa… era su madre. Aquí vino otro latigazo más a mi conciencia… cómo me atrevía yo a juzgar a alguien? Quién era yo para hacerlo? Y lo peor, parecía haberme equivocado… ella se mostraba como una mujer amorosa con su madre y de fe. Estaría yo, entonces, equivocada en mis convicciones? Sería ella una buena cristiana y yo no? Será que eso de amar a Dios con hechos, con humildad y en silencio… más bien sería cobardía en profesar mi fe… ello me avergonzaría y me estaba engañando? De nuevo dudé de mí, de mis convicciones y de mis buenos sentimientos… la mañana ya se había vuelto incómoda y el tiempo me parecía detenido; estaba mal conmigo misma… me encontraba en pleno conflicto existencial, gracias a aquella extraña que por alguna razón coincidió en mi vida
Mis reflexiones se vieron interrumpida por una llamada que entró al teléfono de esa mujer…

- Haló! Chaaaaaama, menos mal que llamas; acabo de hablar con la vieja. Puedes creer que me pidió que dejara tranquilo al Richard? Así será de bruta ella. Me dice que considere a la "mardita" de su mujer y a los muchachitos del carajo… como si a mi me importara una mie… esa vaina! Que se jodan, que se busque otro marido y padre… porque a este macho no lo suelto yo… para eso me le meneo bien riiiico! – no continuaré diciéndoles lo que esa mujer soltó por la boca… sería indecente hacerlo. Eran tales las vulgaridades que pronunciaba la extraña… que los hombres que atendían la faena de carga, se quedaron paralizados y voltearon a mirarla con cara de perplejos y evidentemente horrorizados… sentí pena ajena
Sentí, también, una inmensa rabia conmigo misma. Estoy clara que no todos los que mencionan a Dios y lo alaban a gritos –incesantemente- son unos hipócritas, porque cada quien tiene su manera de demostrar su amor. También estoy clara en que no toda persona de poca instrucción es ordinaria ni maleducada, me consta y doy fe de ello! Pero, si algo me quedó bien claro esta mañana… es que nunca más permitiré que nada ni nadie me haga dudar –nuevamente- de mi fe, de mis convicciones… y que siempre debo hacerle caso a mi intuición: esa extraña era ordinaria, maleducada, lo que es peor, no era cristiana… era una mala mujer, y no me equivoqué

Ana Margarita
PD/ Dudar de nosotros mismos y temer a equivocarnos… es mal asunto; aunque dicen por ahí que, para vivir eternamente, hay que nacer más de una vez!

5 comentarios:

  1. Jajajajaja me imaginé el personaje, y el cuadro completo con sonido incorporado.

    Muy buen relato, muy fresco y juguetón, aunque triste en su mensaje, que lástima que esta sea la realidad que se vive en Venezuela.

    Rumiana
    http://losnaranjosreposteria.blogspot.com/

    http://www.gastronomialosnaranjos.blogspot.com/

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Hola Rumiana, gracias por tu comentario... si, es el día a día de una sociedad en decadencia, lamentablemente... nos toca vivir esto.
    PD/ no comprendí tu segundo comentario, ese de que el autor eliminó la Entrada...? saludos, un abrazo.

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  4. Hola,
    lo que pasa es que sin querer publique el mismo comentario dos veces, y luego eliminé el segundo.
    eso es todo.

    Saludos

    Rumiana

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