jueves, 1 de julio de 2010

EMBRUJO DE AMOR





Esa mañana me levanté muy, pero muy temprano. Debía hacer diligencias en la Policía de Pozuelos, a fin de resolver asuntos relacionados con documentos de identificación. Eran las 5.30 a.m. de un día jueves, en pleno invierno, húmedo... por la lluvia del día anterior. Ya casi lista para salir, mi hijo me atajó... Con voz de preocupación me inquirió:

- Qué haces madre... a dónde vas a ésta hora?
- Ya sabes, a solicitar mi DNI, le contesté con premura... mientras terminaba de calzar las botas.
- Por qué tan temprano? ...insistió él.
Entonces, lo miré con cariño, pero con mucha autoridad... le contesté:
- Hijo, déjame resolver mis asuntos... si no te has dado cuenta... ya soy mayor de edad!
- Bien, no se diga más... espérate, que te llevo en el coche.
- Ah... eso no! No me privarás de disfrutar de este día de frío Invierno; ni de caminar plácidamente por las calles olorosas a pinos... no, eso no!
- Madre... que obstinada eres; afuera está húmedo y la temperatura a 1º!!!!!!!
Firmemente me planté ante la puerta, en señal de que no daría un paso atrás. Conociendo mi determinación... cedió; no sin antes darme un afectuoso y fuerte abrazo. Lo cual aprovechó para revisarme. Abrió mi largo y pesado abrigo; se cercioró de la ropa que llevaba bajo él, acomodó mi bufanda y volvió a cerrar el abrigo, acomodando la capucha en mi cabeza. Aún, por las dudas, puso en mis manos un paraguas; hacía todo esto... al tiempo que me daba consejos. Tanto amor del bueno recibía yo de él, en ese momento... que me dejó como embrujada. Ya, yo no lo escuchaba… mi mente se había desconectado. Solo veía su varonil y dulce rostro... al tiempo que me preguntaba: Desde cuándo un hombre no me prodigaba tan amorosos cuidados? Mis recuerdos me ubicaron - al lado de mi amado padre- en el día de mi casamiento...
Fue así, con ese embrujo de amor -como un navegante en su ciberespacio- que mi mente hizo conexión con los más bellos recuerdos de mi infancia y adolescencia... y también sería... la mayor torpeza que cometería ese fatídico día!
No presté atención, a nada de lo que él bien me decía; distracción -ésta- de la cual yo me arrepentiría.
- Madre, madre... estás aquí?
Esas palabras, fueron pronunciadas por él --con evidente preocupación- al tiempo que me sacaba de mi letargo con breves sacudones.
- Si, si, si... aquí estoy... caramba... me vas a desarmar. Déjame tomar mi pastilla de la tensión... y me voy!
Así lo hice... já... el segundo grave error del imberbe día! Ya las cartas estaban echadas. La ecuación para el desastre... se había completado. Nada, absolutamente nada, a mí me salvaría!
Inocente de la penuria que me aguardaba, salí eufórica por la puerta del hogar.
Ahí estaba, parada -muy feliz- en el Portal de la Avenida De Europa. Me sentí joven y libre para explorar el mundo... que sensación tan maravillosa!
Me puse los guantes, cuidadosamente y me eché a andar. Eran las 5:30 a.m. de un día de semana... parecía que fuera las 2:00 a.m., … oscuuuuuuuro y sooooloooo... como la Sabana de mi tierra venezolana. No importa, nada que temer. Miré a mi alrededor y disipé mis temores a un asalto; total, esto es otro mundo... aquí no están los malandros! Suspiré, profunda y lentamente. No habían transcurrido tres segundos, cuando empezó a llover; Una lluvia suave... como acariciando la piel. Que agradable todo aquello.... El olor de los pinos se acentuó con la humedad; emocionada, inspiré profundamente... nojoda... casi me ahogo del ataque de tos que me dio. Estaba tan frío el aire... que se me resecó la garganta. Superado el percance, noté que al salir el aire por mi nariz y boca... este se congelaba... lo juro, fácilmente escuchaba romper los cristales de agua al caer al piso... joé, que frío!!!!
Miré hacia atrás, y vi que solo había recorrido unos escasos... 10 metros! Solo he recorrido 10 metros y estoy asustada y congelada? Por qué no regresas Margarita? Me debatía entre la duda de si regresar o continuar... NO, no regreso... dónde está mi dignidad y espíritu aventurero? Así que -guapa yo- me pasé la bufanda por el rostro, dejando al descubierto... solo los ojos.
Prácticamente, no podía articular movimiento alguno, tanta ropa bajo el abrigo acolchado y con capucha, la bufanda, guantes y paraguas...Me sentía como FROSTY... pero almidonado. Caminaba como muñeco de palo, sin usar las articulaciones... estaba congelada! Sé, que mi imagen- bajando por la colina del Parque De Los Perdigones- semejaba una escena de terror... con nada humano podría yo ser asociada.
Ánimo, Margarita - me repetía constantemente- solo faltan dos kilómetros... y listo! Mi valentía rindió frutos. Al caminar - a un ritmo más acelerado- mi cuerpo se calentó y recobró la cadencia del ser humano en su andar. Una sonrisa de triunfo se dibujó en mi rostro; aunque no se veía por estar cubierto por la bufanda... pero allí estaba! Pasé la Plaza de La Pulpería, la calle de Las Cinco Quintas y entré en los jardines del Teatro MIRA; me detuve, y miré complacida la Comandancia de La Policía... a escasos 100 metros, yo le veía! Caminé por la calle empedrada que a mi destino conducía. Eufórica estaba... había vencido el frío día...o, por lo menos -en ese entonces- yo así lo creía
Ya parada -enfrente de la Policía- observé que nadie, en cola, había. Extraño me pareció, pero aún así, un grito de triunfo dentro de mí surgió: Soy la primera de la fila! Por si las dudas, a la garita me dirigí y -al funcionario que estaba allí- en tono alegre y amable saludé:
- Buenos días, oficial!
No hubo repuesta alguna. Me ignoró por completo. Como si nada, siguió leyendo algo... parecía un documento. Su fisonomía lo delataba; sin duda alguna... era peninsular. Me acordé del consejo de mi madre: "Hija, en tu viaje dos tipos de paisanos habrás de encontrar. El español de España y aquél, sobre el cual... algún cuento tendrás ganas de echar! "
Insistí. - Buenos días, tendría usted a bien informar, si en la mañana de hoy números repartirán?
Como en cámara lenta se movió el sujeto hacia mí. Detrás del vidrio, vi su mirada... más gélida que la mañana. Sus ojos claros lucían vacíos y, su sonrisa, congelada.
- Doña, si, se repartirán... a las nueve de la mañana!
Ante su repuesta, pensé: Me dijo "doña", este... vieja me llamó! Degustada por el frío y la repuesta seca y petulante del policía...., di la espalda y me retiré. Miré el reloj... eran las 6:15 a.m. y todavía... el cielo negro estaba. Tranquila Margarita - me dije a mí misma- el tiempo corre rápido, y antes de que te des cuenta, serán las nueve... y estará lleno de gente.
Como todo estaba mojado, en el suelo no me pude sentar; así que me apoyé en un barandal. De repente, como si un mal me acechara... el frío entró en mi cuerpo y los vellos del cuerpo se electrizaban. No Dios, esto no me puede suceder... la pastilla de la tensión hacia su efecto, y la vejiga... se me llenaba!
Llena de ansiedad, por lo que encima se me venía, atiné a hacer lo correcto. Me dirigí de nuevo a la garita y -con mucho apremio- le dije al interfecto:
- Oficial, tengo una urgente necesidad. Podría usted facilitarme el paso y permitir que use el baño?
- No tenemos Cuarto de Aseo disponible al público...
- Hombre, vea usted que se trata de una necesidad... por humanidad... se lo ruego!
- Que le he dicho que no, o no me he dado a entender? Son la 6:30 a.m. vaya usted a su casa y regrese luego.
- Vivo a más de 2 kilómetros y tengo inmensas ganas de orinar... no creo que llegue a salvo!
- Y por qué ha venido usted tan temprano...?
- Para asegurarme de agarrar número y poder hacer mi trámite... he sido diligente.
- Usted lo que ha sido una imprudente... ála, retírese y vuelva dentro una hora... no faltaba más!
Toda esta conversación se sostuvo sin que el individuo levantara la vista una sola vez... Juro, que pasaron muchas ideas por mi mente. Bien podría yo alzar la voz y golpear el vidrio violentamente... o, gritar que era una bomba humana, o algo así; del escándalo, seguro me habrían detenido y, una vez adentro, solicitar el respeto a mis elementales derechos humanos, entre ellos... el de mear oportuna y adecuadamente! Pero, no... no lo creí prudente. No era la manera en que yo quería que me abrieran mi expediente ... Joder.. que haría? Obviamente, la salida al inoportuno incidente, debería ser más discreta... pero urgente!
El frío se me colaba al cuerpo, maltratado ya por la helada y la vejiga hinchada. parada de espalda al Parque De La Buena Salud, miré agobiada hacia los jardines del teatro MIRA... tendría que emprender el viaje de regreso... no tenía otra opción!
Quien sabe -pensé- a lo mejor encuentro un espacio público en el que me pueda ocultar y mi necesidad saciar... Bajando la mirada al suelo, las lágrimas por el rostro corrieron sin cesar, Estaba adolorida, frustrada y rabiosa. Cómo podía medio litro de líquido residual... ganarme la partida? Abatida por la derrota, inicié mi vergonzoso y escalofriante viaje de regreso.
Entre los jardines del Teatro, había espacios donde -discretamente- podía haber yo liberado mi pesada carga. Lo intenté, asustada y avergonzada... pero no pude. El pesado y abundante ropaje me lo impedía. Así que -ya convencida- caminé y caminé lo más rápido que pude.. para llegar a casa, sin percance que lamentar. Era tal mi agonía, que a pesar del frío viento que azotaba, el sudor me corría como agua de lluvia por calzada... Dios mio - yo aclamaba- será que de este triste contratiempo... alguna vez yo me ría? Tal era mi desesperación, que deseé que algún zagaletón me asaltara; así yo justificaría que -del susto- mi pantalón mojara.
Caminaba y caminaba.. y el tiempo no transcurría ni la distancia se acortaba! Pensé dentro de mi angustia, seria este evento, temporal y espacial... el que daría origen a la Teoría de la Relatividad del extravagante físico alemán? Entre éste y otros tontos discernimientos, es que me di cuenta que ya no podía más y, cuando estaba dispuesta mi carga aflojar... me percaté que estaba en la cima de la colina De Los Perdigones y, desde allí, las mágicas luces de La Avenida De Europa no paraban de destellar; ahí me esperaba el hogar y ahí, seca... habría de llegar. La calma volvió a mí ser y una sonrisa triunfal se dibujó en mis labios; Metí mis entumecidas manos en los bolsillos del abrigo. Como pude abrí la pequeña caja metálica de VEGAFINA, sustraje de ella mi delgado tabaco aromático y - con el mechero obsequiado galantemente por el caballero del Estanco- lo encendí. La bocanada impregnó de dulce vainilla el ambiente y, supe de repente - que ese día- el vulgar orine me había estropeado... pero mi honor, no hubo mancillado.

Ana Margarita.-

2 comentarios:

  1. Jajajajaja me encata este relato, me encata esta historia, creo que nunca la olvidare, sin mencionar el atracon de repollo agrio que nos metimos el dia anterior, jejeje, este ralto tiene sus méritos por ser el primero...

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  2. Así es Rumiana, éste siempre será mi relato preferido... implica muchas experiencias, sentimientos y emociones, que ni siquiera pude llegar a expresar; lo aquí relato es una mínima parte de lo realmente vivido... esta es solo una cápsula del frasco!

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