jueves, 1 de julio de 2010

BOCA DE SAPO!


Irremediables o por resolver, a veces las cosas suceden... sin saber por qué; otras veces... con todo nuestro entender! Unas sacan lágrimas... otras, risas... sin poderlas contener! sea la situación que fuere... hay que hacerle frente, de la mejor manera posible, para no herir... y mucho menos ofender!
- Mami... uno de mis pececitos... se muere...
Con esa noticia... me despertaron este día. Estaba yo -ya levantada, pero aún dormida- cepillándome los dientes. Mi adolescente hija me tomó de la mano y me condujo al patio... a la gran pecera. Con los ojos, verdes como esmeraldas, llenos de lágrimas... me miró con profunda preocupación y tristeza. Con su mano libre -suave como la seda- me señaló al pez... ese, el que ella teme que se muera...
Allí estaba, el minúsculo animal... vestido de candela: rojo, amarillo y naranja... como el fuego... de la brasa que se quema; quieto y de medio lado... frotando en el agua estancada de lluvia... como palito de madera. Verlo así... me produjo tristeza y angustia... más no sorpresa. Volteé mi rostro hacia el de mi dulce doncella... y le dije - con voz suave y desesperanzada- a todos... el final nos llega!

Con ese estado de ánimo... nos fuimos; agarramos carretera... para dejarla en la escuela. Ya sola -de regreso- no podía dejar de pensar y de sospechar, que el evento -del día anterior- tenia que ver... con el lamentable deceso...

- Carlos... qué haces ahí...?
- Nada mamá, busco algo...
- Nada allí tienes que buscar!
- Por qué... escondes algo?
- Nada escondo. Sencillamente, ése es mi espacio!
- Uhmmmmm... que tendrás por aquí guardado... que tanto celas?
- Hijo, ese es mi taller. Ahí guardo mis materiales y herramientas... respeta!
- Ok, mamá... apenas consiga lo que busco... tus cosas dejo quieta!
No había terminado de hablar... cuando sus ojos -bien abiertos- se fijaron en un solo objeto. Como Águila cazadora... sus manos se pusieron prestas... agarrando lo que sus ojos... marcaron como presa! Desde bebé, siempre fue curioso. Todo lo jurungueaba... diciendo que buscaba... un tesoro! Si bien es cierto que -en aquél entonces- el asunto producía gracia... ahora, era causa de conflictos y desgracia!
- Qué es esto, mamá? preguntó con extrema curiosidad...
- Es un Zen Garden, me lo regalaron Francisco José y Rumiana...antes de su viaje, déjalo quieto!
- Y para qué sirve esto?
- Cuando estas tenso, bravo o preocupado... te concentras en él... se supone que relaja...
- Uhmmmmmm... Murmuró esto, al tiempo que con sus inquietas manos movía -de un lado para otro- las piedrecillas; y con el cepillo y rastrillo... a la arena forma le daba. De repente, se quedó quieto. Posó su mirada en los pececillos de mi niña... que estaban en la pecera chica... porque la grande se limpiaba. Otra vez... estaba en posición de caza! No me dio tiempo... de advertirle nada. Cuando me di cuenta, ya la arenilla sobre el agua echaba!
- Caaaarlos... no hagas eso! No vez que es muy fina y los peces -confundidos- pueden ingerirla?
- Ah! mamá... ni que los peces fueran pendejos... ellos tienen el instinto animal! Solo quiero adornar la pecera... para que se vea más natural... quédate quieta!
- Aaayyy hijo... pide a Dios para que ese pez no se muera; cuidado... capaz que mañana... amanezca arriba... de panza!
- Ah! mamá... si eres dramática.. no se va a morir, no le pasará nada!
Le quité el Zen garden y lo guardé... apresuré a mi hijo para que del sitio saliera. Hecho esto, observé que la arenilla flotaba y enturbiaba el agua y que el pececito más grande... iba de un lado a otro ... tragándoselo todo! Visualizando la desgracia que se avecinaba... me apresuré a echarlos en el pozón... allí estarían mejor, que dónde ahora estaban !

Con este recuerdo y pensamiento -macabro- en mente, llegué a casa. Inmediatamente, me dirigí a la habitación donde mi hijo estaba. A pesar de encontrarse en profundo sueño... procedí a despertarlo; pues, mi única intención era... que él cuenta se diera, que todo acto acarrea consecuencias... y que debe asumirlas... así ellas le traigan pena. Que debe aquietarse, pensar... antes de actuar!
- Carlos, despierta hijo... hay algo que quiero que veas...
Se levantó lentamente, con cara de confundido. Lo tomé de la mano y lo puse -justo- en la escena del crimen... y, con mi dedo justiciero, le señalé a la víctima de su fechoría... al tiempo que -de manera implacable- le decía:
- Ahí tienes, te lo dije ayer... que el pececillo muerto, panza arriba, habría de aparecer!

Mi hijo se agachó, para observar bien aquel cuadro dantesco... producto de su irreflexión, creí yo.. que así lo pensaría él. Su rostro se volvió serio y sus ojos se llenaron de lágrimas. Justo, en ese momento... me enternecí; me di a suponer... que él , la lección, hubo de aprender. Este mágico momento que envuelve a una madre cuando a su hijo le ve madurar, crecer... hacerse un hombre de bien... fue interrumpido drásticamente, cuando él -claramente- se hizo entender:
-Zape! madre... tú si eres pavosa... tienes boca de sapo!
Dijo esto y se fue -rápidamente- a contarle a su mujer! En estos momentos, lo cuento muerta de risa; pero, en aquél entonces, yo me quedé sorprendida, no supe que decir ni hacer... su repuesta... me dejó con la boca abierta; dándome cuenta que - a este muchacho- le llevaría tiempo crecer!

2 comentarios:

  1. Jejejeje pobre pecesito, cayo en las manos equivocadas :)

    ResponderEliminar
  2. ajajaja si, y según carlos, fue por lengua profética del desastre... así llaman los jóvenes de hoy en día a la experiencia!

    ResponderEliminar