ESOS OJOS…
Ana
Margarita Pérez Martin
“Mírate.
Tus ojos no reflejan lo que ves: revelan lo que eres.”
Siempre
eliges el silencio. Guardas distancia, como si temieras que las palabras, una
vez liberadas, no pudieran volver atrás. Aprietas la mandíbula, cierras la
boca. No sé si no quieres hablar o si, simplemente, no puedes. Tal vez temes
que, al hacerlo, la verdad te desborde y no haya retorno posible.
No
eres un misterio, aunque lo aparentes. Eres más bien un pensamiento inconcluso,
una emoción suspendida entre lo que callas y lo que anhelas decir. Pero tus
ojos… tus ojos son la grieta por donde se cuela tu alma.
Ellos
hablan. Cuentan historias sin pronunciar sonido. No lo hacen por lo que han
visto, sino por lo que te han hecho sentir y por lo que han hecho sentir en
otra piel. En su fondo habita el vaivén de la vida: la alegría y la herida, el
desvelo y la calma. En ellos cabe la existencia entera.
El
tiempo transcurre, intenta opacar su mirada… pero la pasión los mantiene
encendidos. Son faroles que resisten la penumbra, testigos silenciosos del
deseo y la memoria. Tus ojos no solo miran: murmuran, estremecen, laten. En su
brillo se mezclan los sueños y las huellas del pasado, como si cada destello
contuviera una historia diminuta, un secreto que no sabe callar.
Cada
parpadeo es una letra. Ellas se juntan, murmuran. Te delatan. Cada mirada es un
susurro al tiempo, un desafío a la espera y a la distancia. Tus ojos registran
lo que no puede decirse: la emoción, la pérdida, la esperanza. En ellos se
desnuda tu “yo” más profundo, ese que rara vez dejas ver.
Y
cuando los miro —tus ojos, que de algún modo también son míos—, siento que todo
vuelve a comenzar. Que cada amanecer nace ahí, en ese reflejo donde la vida se
reinventa una y otra vez.
Porque en
tus ojos habita todo lo vivido y lo soñado.
Son la puerta que se abre a cada historia que escribo… y a las que aún esperan
ser contadas.
Y al mirarlos, descubro que no me reflejan: me revelan.
Son espejos infinitos donde mi alma se reconoce en la tuya,
y en ese reconocimiento dejo de ser una sola.
Tú eres mi espejo, y yo —al mirarte— soy el reflejo que aprende a existir.
“Hay verdades que solo los ojos
saben contar.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario