miércoles, 11 de agosto de 2010

BAJANDO POR EL RIO




El universo se mueve constantemente... y nos arrastra en su camino... en silencio... en secreto... conspirando con el destino, torciendo nuestras vidas a su antojo. Nos lleva en caída... por la gravedad; nos empuja... por la inercia. Nos lleva a donde nos quiere llevar, sin que luchas o rebeliones mengüe su fuerza; nos lleva a un punto, donde el retorno no tiene cabida... nos lleva a ese lugar, por él, marcado en rojo!
Estaba yo allí, parada. Un poco apartada... como si sobrara, como si no encajara en aquel sagrado lugar. No era mi tiempo ni mi espacio... pero allí estaba; con el corazón triste y la mente despejada. La tierra había sido arrancada de sus entrañas y esparcidas por los cuatro costados. Flores , por dondequiera, echadas. El sacramento habia sido dado. Todo en silencio... solo el crujir de la urna -con los restos de la abuela amada- se escuchaba en su lento bajar... a su última morada.


Presentes todos, menos los que partieron antes que ella... y sus nietos varones, cada uno de ellos, por sus santas razones!
Tarde lluviosa de principio de Agosto. El Campo-Santo verde y frondoso, trinar de las aves... el viento meloso. Así, con el agua de lluvia resbalando por mi rostro, escuché a lo lejos... aquella canción que sonara para mi -por primera vez- una tarde como esa... de aquél otro Agosto! Dudosa de que fuese cierto aquello que mis oídos captaban, miré a mi derredor. Mi mirada se cruzó con la de mi cuñado; quién se acercó y me dió un fuerte abrazo.
- Estás bien?
- Si, estoy bien. Chubio, tú escuchas lo que escucho yo?
Enderezándose, alzó la mirada... prestando atención a aquel interrumpido silencio.
- Bajando por el río... de Neal Young, sin duda!
Nos miramos a los ojos y nos sonreimos; a la par, desatamos el abrazo y nos separamos. De repente, sentí la tierra moverse a mis pies; en el vórtice del tiempo yo hube de caer. Arrastrada por el ímpetu de la memoria, a treinta y seis años atrás... yo fuí a parar!

Caminaba a los dieciseís... por las calles de La Soledad; principio de Agosto... día lluvioso. Pasos lentos... llevados por el viento; el cuerpo empapado... el agua escurriendo.
- Te puedo llevar a algún lugar donde te puedas guarecer?
Me preguntó ese joven hombre, acercando su rostro a la ventana. De pie como yo estaba, lo miraba desde lo alto, seria... sin ninguna risa. No me era extraño, pero tampoco le conocía... amigo de mis amigos... por allí vivía. Elevé mi rostro hacia el cielo... todo cubierto de grises nubes... nada que escamparía. Lo miré de nuevo, fijo y con recelo... me le quedé viendo.
- Acepto... solo para que me saque de aquí y me deje en la parada del bus... está de acuerdo?
- Claro... entra.
- Estoy escurriendo agua, no importa que moje el asiento?
- Para nada, sube!
Seguí parada frente a él, mirándolo fijamente... con algo de desconfianza; hurgando en sus ojos... a ver si alguna rara intención en ellos encontraba... pero no, mi instinto nada malo me alertaba. Estando ya guarecida de la fría lluvia, presté atención a la música que allí sonaba.... mientras sentía como él me observaba.
- Te encuentras bien?
- Si, gracias por la gentileza. Disculpa, cuál es esa canción?
- Down by the River... Bajando por el río... de Crosby, Stills, Nash and Young. Te agrada?
- Si, me agrada.
Pasada unas cuadras, detuvo el carro. Eso fue todo... unas breves palabras y una que otra mirada. Yo salí, tranqué la puerta y me incliné hacia la ventana; mi intención fue darles las gracias... pero no dije nada. Solo nos miramos... sin pronunciar palabra. El arrancó y se fue por su lado... y yo continúe por el mio. Inocentes los dos... Dios había echado las cartas y el destino haría la jugada! Dos años depués... nos casamos, y algunos más tarde... nacieron nuestros hijos amados!
Con la misma violencia... volví al tiempo presente. Por qué recordar aquello, ahora, de manera tan fuerte y nítido... como -si de nuevo- lo estuviese viviendo? Todo en mi mente se aclaraba... ya sabía por qué yo allí estaba. Un ciclo largo de mi vida... irremediablemente se cerraba; con tal fuerza se sellaba... que asfixiaba. De nuevo Dios echaba las cartas y el destino preparaba la jugada. La vida es una sucesión de ciclos: la conclusión de uno... es el renacer de otro; veremos que nos depara el mañana!

No hay comentarios:

Publicar un comentario